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La torre

  Es de sección cuadrada y se encuentra embutida en el primer tramo de la nave, sobresaliendo ligeramente del lienzo occidental. Su base, de dos cuerpos, está separada del campanario por una cornisa en forma de gola, caveto y bocel. En su parte baja, se abre la portada occidental, con su “Puerta de la Gloria” y su arco de medio punto y dintel. El campanario, constituido por dos cuerpos decrecientes, abalaustrados y decorados en sus ángulos y en el centro del pasamanos por troncos de pirámides emboladas, ofrece en cada una de sus cuatro caras los respectivos vanos para las campanas, y se remata con una pequeña cúpula sobre un tambor octogonal. Por altura, 42,96m. (44,99m. incluyendo la veleta), enseñorea todo lugar, convirtiéndose en el mayor referente arquitectónico de la ciudad, al distinguirse la silueta barroca de su campanario desde cualquier punto.

  Se levanta a los pies de la iglesia, siguiendo el modelo de las iglesias parroquiales trasmeranas de finales del XVI y XVII. Como se ha señalado, se empezó a construir siguiendo los planos y las condiciones de Pedro Álvarez de la Torre, realizados en 1612. Esta primitiva torre estaba formada por tres tramos y un chapitel o aguja ochavada. Las obras comenzaron enseguida, pues Juan de Omoño ya había hecho los cimientos en enero de 1613 y Pedro de la Lastra con sus oficiales de cantería Lucas de la Huerta, Pedro de Navedo y Santiago de la Lomba, el primer cuerpo, de cuarenta pies de altura, entre 1614 y 1616. La inscripción: “Siendo correjidor de esta vylla por su magestad, el doctor Gutiérrez de Molina, se començó esta torre. Año de 1614”, conmemora el inicio de su construcción.


  Los altos costes de fabricación del retablo y de su dorado impidieron que se finalizase la torre, y de este modo tendrían que pasar varias décadas hasta que los habitantes de la Villa puedan contemplar la silueta de la torre de su iglesia Mayor. Esto no sería obstáculo para que la torre dispusiese desde el año 1616 de sus primeras campanas, aunque fuese de forma provisional. El carpintero Pedro de Miranda las colocaría en el vano del último cuerpo de la torre, no en el campanario que aún no se había construido.

  Juan Bautista Velasco, maestro de cantería trasmerano, realiza unas nuevas trazas en 1648, siguiendo en parte los planos de Pedro Alvarez de la Torre, e introduce un balaustre, rematado por cuerpos prismáticos con bolas y dobles vanos para las campanas. La enfermedad impediría a Velasco finalizar la torre, y así 1654 cedió la obra Antonio de la Huerta y a Martín de las Cabadas, quienes construirán el segundo cuerpo. Como ya se ha señalado, será Lucas de Ligar, quien la culmine hacia el año 1670, siguiendo los planos de Pedro Alvarez de la Torre.
 

Las dos capillas de la base de la torre se habilitaron en 1958 para axhibir dos pasos procesionales del escultor José Juan: el de la Piedad y el del Calvario, que procesionan con la Hermandad de Jesús Nazareno.




La destrucción del campanario primitivo por una "centella", en 1732, posibilitó la construcción del actual.

 
  En el año 1733, una “centella” destruyó el chapitel, ocasión que se aprovechará para reconstruir el campanario. Este mantendrá el primer cuerpo y se le añadirá otro, rematado por una pequeña cúpula que se levanta sobre su tambor.   Pese a tratarse de una obra realizada en varios momentos y estilos distintos presenta una gran unidad ya que el primer cuerpo clasicista del campanario se adapta plenamente al segundo, ya de estética barroca. La presencia en las placas colgantes en las enjutas de los arcos del segundo cuerpo del campanario, de la cupulina, del tambor octogonal, de sus antepechos abalaustrados, de las pilastras rehundidas y del vuelo de las cornisas del campanario, lo acercan al tipo de campanario barroco gallego, tan de moda en la vecina Galicia desde finales del XVII.

 
Vista de la torre de la Basílica de la Encina completa, visible desde toda la ciudad de Ponferrada.
 
Detalle del campanario del cuerpo superior de estética barroca. Se planea abrir al público para ser visitada.
     
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